En Chile he vivido muchas injusticias. Desde la época de Pinochet hasta ahora. Durante la dictadura a mí y otro poeta nos secuestraron, durante horas, miembros de la CNI. Era comienzos de los 80.
El año 1987 mi departamento fue allanado bajo la burda acusación que allí estaría el secuestrado Coronel Carlos Carreño. Se destrozaron parte de mis bienes y otros fueron robados.
Se interpuso una demanda contra los allanadores, miembros del GOT (Grupo Operacional Táctico) de Investigaciones, dirigidos por Juan Díaz Jara.
La demanda realizada en el Décimo Cuarto Juzgado del Crimen nunca tuvo efecto. La realizó el gran abogado Héctor salazar Ardiles. Su juez - Reynaldo Díaz Gamboa- es hoy miembro de la Corte de Apelaciones.
Por ninguno de esos hechos los gobiernos de la Concertación me han dado, al menos, explicaciones, y eso que fui un activo participante en la recuperación de la democracia.
Para rematar esa misma democracia jamás se ha preocupado de apoyar alguno de mis proyectos editoriales, porque no caigo en los espacios socialdemócratas que ellos manejan.
Y últimamente esa misma "democracia", a través de Bienes Nacionales, me ha quitado dos casas que estaban recién compradas. Claro que son recuperables, pero hay que establecer un juicio que es un poco largo.
Eso me decepciona de este país.
¿Habrá otro lugar mejor para vivir en paz y en justicia?
Muchas veces se me ha pasado por la mente autoexiliarme o -incluso- asilarme en otra nación.
Yo quiero la paz, yo amo la justicia, y aquí en Chile se encuentra poco de ellas.
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